Y soñé, y soné, y volví a soñar,
te ví y me ví, el mismo lugar,
la misma ciudad, el mismo palpitar,
pero otra realidad, la utopía materializada.
El mundo perfecto, el que juntos fantaseamos,
en el que caminamos tomados de la mano,
envueltos en anhelos sobre la vida perfecta,
puesto ante nosotros para nuestro deleite.
Y soñé, y soñé, y volví a soñar,
y te volví a ver, y me ví de nuevo, otro lugar,
otra ciudad, el mismo palpitar,
distinta realidad, catástrofe.
El mundo que quizá nunca imaginamos,
tomados de la mano, miramos con temor aquella escena,
nuestras pesadillas se hacían presentes,
nada de lo veíamos era para nosotros,
pero las manos seguían juntas.
Y soñé, y soñé y volví a soñar,
y te ví y me ví, nuevos lugares,
nuevas ciudades, el mismo palpitar,
nuevas realidades, la incertidumbre...
Todo nuevo, la ignorancia nos invade,
tomados de la mano miramos todo aquello
por nosotros desconocido, bueno, malo o sin sentido,
y las manos siguen juntas.
Y sueño, y sueño, y vuelvo a soñar,
y te veo y me veo, en todos los lugares,
en todas las ciudades, con el mismo palpitar,
sin importar la realidad, sólo despierto.
Todo igual, nada cambia,
tomados de la mano vamos a ciegas por el mundo
una mano carga a la otra,
cambiando posiciones evitamos el cansancio,
la realidad es lo de menos, las manos son las que valen
Y soñaré y soñaré, y volveré a soñar,
y te veré y me veré, quién sabe en qué lugar
quién sabe en qué ciudad, eso sí, con el mismo palpitar.
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